No todo el mundo se corrompe

Manhattan, esa extraordinaria película de Woody Allen que habré visto unas dos o tres mil veces, más o menos, finaliza con una frase de Mariel Hemingway, cuando se despide de Allen camino de Londres y éste intenta detenerla temiendo que pierda su inocencia, su mejor cualidad: «No todo el mundo se corrompe. Tienes que tener un poco de fe en la gente». He ahí una hermosa frase para la esperanza, para el optimismo. En días tan aciagos, conviene acudir a libros, películas y ejemplos que nos reconcilien con nuestros congéneres.

Lo malo es que hay demasiados ejemplos, sobre todo en política, que parecen contradecir esa frase. El «tamayazo», la fallida moción de censura en Murcia y el último y vergonzoso suceso acaecido en el Congreso de los Diputados, con la casi segura compra de los dos diputados de UPN por… no es preciso, creo, decir nombres, producen un profundo sentimiento de vergüenza y de rabia. Siempre he creído en la honradez de la mayor parte de nuestros representantes políticos, con algunas excepciones que, por desgracia, se van ampliando con rapidez. Pero esa creencia y esa confianza se van deteriorando por momentos y cada vez más.

Espero que se desenmascare y salga a la luz pública, con pruebas fehacientes, lo ocurrido el pasado jueves día 3. Aunque me temo, como ya ha ocurrido con anterioridad que, a pesar de todo, los responsables se hagan los locos, lo nieguen y que el partido los apoye. Y el distanciamiento de los ciudadanos de sus representantes políticos se hará cada vez mayor.

¿Debemos perder la esperanza? ¿Hay alguien que nos la pueda devolver intacta? Menos mal que siempre nos quedará Nadal y su ejemplo.

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¿La clase trabajadora se equivoca votando a la derecha?

«El voto obrero gira a la derecha en medio centenar de democracias». Artículo de ABC publicado el 16 de mayo de este año.

El citado artículo empieza así: «Los obreros y las clases sociales más modestas hace años que dejaron de votar a los partidos de izquierdas, socialistas, comunistas, demócratas, populistas, para comenzar a votar de manera creciente a los partidos conservadores, muy conservadores, de extrema derecha y populistas. Esa es la conclusión de un estudio realizado en cincuenta democracias, analizando los datos electorales, entre 1948 y 2020, coordinado por un famoso economista de izquierdas, Thomas Piketty.» Este artículo, publicado en Le Monde, parece que ha pasado desapercibido o no ha sido analizado ni comprendido por los partidos de izquierdas, ya que siguen cometiendo los mismos errores que los han llevado, salvo pequeñas excepciones, a una irrelevancia en Europa perniciosa para los intereses de la clase trabajadora.

No pretendo ser ni convertirme en uno de esos expertos tertulianos que son capaces de pontificar y dar lecciones sobre cualquier tema de actualidad: un fuera de juego en el partido Francia-España, la lava del volcán Campo Viejo de La Palma, aconsejar a los especialistas sobre la pandemia de Covid-19 o escandalizarse o aplaudir la subida del salario mínimo interprofesional. Me admira su enorme preparación y su seguridad a la hora de dar opiniones sin dar muestras de la más mínima duda o vacilación. Se equivocan muchas veces, pero nunca se dan por aludidos ni se sonrojan ni reconocen sus errores. Y las cadenas de radio y televisión los siguen contratando y los espectadores y escuchantes asisten extasiados a sus conferencias y discursos. No pretendo ser uno de ellos, pero sí me gusta opinar y, como ya dije en alguna que otra ocasión, polemizar. Por eso me atrevo a escribir lo siguiente: el proyecto político de la izquierda está fracasando y los partidos políticos de la izquierda no son capaces de comprender ni analizar las causas que empujan a la clase obrera a votar a la derecha. Ni más ni menos. Me centraré en el caso de España.

La izquierda y muchos analistas políticos están de acuerdo en que las medidas que aplicó la derecha en la anterior crisis, que no vino provocada por una pandemia a nivel mundial sino por sus malas gestiones con los bancos, agrandaron la brecha entre ricos y pobres, asfixiaron a una enorme cantidad de trabajadores y empobrecieron a la clase media. Leí no hace mucho en Facebook una entrada que decía lo siguiente:

«– ¿Habéis olvidado que nos bajaron la indemnización por despido de 45 días por año a 20 días por año?, ¿Qué hicisteis? NADA, tragar como borregos.

– ¿Habéis olvidado que nos subieron el IVA del 18% al 21%.? ¿Qué hicisteis? NADA, tragar como borregos.

– ¿Habéis olvidado que fomentaron la masificación de contratos basura? ¿Qué hicisteis? NADA, tragar como borregos.

– ¿No recordáis que nos impusieron el copago farmacéutico? ¿Qué hicisteis?: NADA. Tragar como borregos.

– ¿Recordáis que nos pusieron una penalización a las renovables? ¿Qué hicisteis?: NADA, tragar.

– ¿Habéis olvidado que sacaron la Ley mordaza? ¿ Qué hicisteis? NADA, a tragar.

– ¿Recordáis que nos redujeron las inversiones públicas en sanidad, educación e infraestructuras? ¿Qué hicisteis? NADA, tragar como borregos.

Dieron una amnistía fiscal a los evasores. ¿Qué hicisteis? NADA

– Basaron su modelo en las concesiones a empresas privadas con una perdida de calidad en los servicios (geriátricos, hospitales…). ¿Qué hicisteis? NADA, tragar.

– Rescataron a la banca y a las autopistas. ¿Qué hicisteis? : NADA.

Os acordáis que fueron condenados por corrupción? ¿Qué hicisteis? NADA.

– ¿Habéis olvidado que hicieron recaer todo el peso de la crisis sobre autónomos y las clases trabajadoras? ¿Qué hicisteis? No hiciste NADA .

– Y cuando permitieron los desahucios masivos… ¿Qué hicisteis? NADA.

– ¿Recordáis que regalaron 60 mil millones con nuestro dinero a los bancos…. ¿Qué hicisteis? NADA, tragar.

– No podéis haber olvidado que hicieron la mayor reforma laboral y pérdida de derechos de los trabajadores ¿y que hicisteis?: NADA, aguantar.

– Y podíamos seguir haciendo un rápido repaso de todo lo que al parecer «SE OS HA OLVIDADO», como los fondos buitre, los aeropuertos valencianos, el Yak 42, el 11-M, la guerra de Irak con sus armas de destrucción masiva, o de cómo metieron la mano en la caja de las pensiones, o de las tarjetas black o de la plana mayor del PP enchironada, de los archivos de Bárcenas, etc., etc.,…Vamos que tendríamos temita para rato. ES TRISTE ESCUCHAR A UN OBRERO ¡ YO VOTO A LA DERECHA!….¡¡IDIOTA!! MAS QUE IDIOTA».

Bien, aquí está la bronca que echa el sacerdote desde el púlpito a los que van a misa por no seguir a rajatabla los diez mandamientos o las filípicas de algún obrero a sus compañeros por no afiliarse a algún sindicato o no seguir las directrices del partido. Y así no se consigue nada, ni con insultos, ni con amenazas ni con desprecio. No se puede hacer ni decir lo mismo que Juan Barranco, exalcalde socialista de Madrid, en un mitin en las últimas elecciones madrileñas: No hay nada más tonto que un trabajador de derechas. Así le va a la izquierda, haciendo amigos, y así fueron los resultados en Madrid. Va a resultar que los votantes se equivocaron, votaron mal, como diría Vargas Llosa. Este tipo de frases son de un reduccionismo enorme, ya que se considera a los trabajadores y trabajadoras como un sujeto colectivo que, de forma unánime y al unísono, optan por una opción política conservadora, negando su capacidad de tomar decisiones y obrar en consecuencia. Con ese tipo de actitudes se simplifican los motivos por los que una persona se siente atraída por un partido de derechas o por la ultraderecha. Y supone e implica, también, una superioridad moral que impide a la izquierda reflexionar sobre lo que ha hecho mal.

Los que votan al PP o a Vox no forman un grupo homogéneo, movidos por la indignación o la repulsa hacia determinadas posturas de la izquierda (sintonía con el independentismo catalán o con la defensa del movimiento bolivariano, por poner algún ejemplo). Ni todos los que votan al PP o a Vox son fachas ni son estúpidos, ni xenófobos, ni homófobos ni franquistas. En las últimas elecciones generales consiguieron diez millones de votos y me niego a creer que haya tanto facha, tanto estúpido y tanta añoranza por la dictadura franquista en mi país. De hecho, soy amigo de personas que votan al PP y son demócratas, inteligentes y no pertenecen a la clase alta. Y, por supuesto, son capaces de explicar por qué votan a la derecha. Se estará de acuerdo o no con sus argumentos, pero en una democracia hay que respetar las decisiones a la hora de votar y de estar de acuerdo con tal o cual partido, faltaría más.

También encuentro un grave defecto en el discurso de la izquierda: el paternalismo y la falta de empatía para entender por qué hay personas de clase obrera que votan a la derecha, ya que todo lo reducen a lo dicho anteriormente, o son fachas o son estúpidos. No soy analista político, pero sí veo lo que pasa a mi alrededor y me informo y leo y escucho. Soy de izquierdas y por eso me duele escuchar algunos discursos simplistas que nada ayudan para atraer a los desencantados y a los cabreados con las políticas de la izquierda. Sé que es muy difícil gobernar en minoría, que los dos partidos que están en el poder se encuentran con enormes dificultades sobrevenidas, como es la pandemia, pero ayudaría bastante que los roces y las desavenencias no se airearan a golpe de twit o de declaraciones extemporáneas. Como suele decirse en el mundo del fútbol, los trapos sucios se lavan en el vestuario. Así que más reflexión, más análisis, menos insultos y más políticas sociales. Digan lo que digan, los ERTEs, la subida del SMI, el incremento del gasto en pensiones, sanidad y educación, la subida progresiva de impuestos, la planificación y la lucha contra la pandemia, etc., han mejorado o mejorarán la percepción de la ciudadanía hacia el gobierno. Todavía queda tiempo para demostrar que la socialdemocracia y el comunismo bolivariano e indigenista, que según algunos nos gobiernan, saben hacer las cosas bien. Y así, seguramente, muchos obreros quizás vuelvan a votar a la izquierda.

Las tres neuronas de un obrero de derechas | Wall Street International  Magazine

¡Qué difícil es hacer buena política!

Supongo que la presión producida por la pandemia, la crisis económica asociada a ella, la fragmentación actual en el panorama político español, el juicio de «los papeles de Bárcenas», la cercanía de las elecciones catalanas y alguna que otra cosa más, provocan que los líderes políticos de nuestro país actúen de manera diferente a si la situación fuera más «normal». Aunque echando la vista atrás, creo que en España no se recuerda una década de normalidad o tranquilidad. Desde la caída del Imperio Romano, cuando todavía España no era un país, ya comenzaron las luchas internas y externas de los visigodos, la invasión musulmana y la denominada Reconquista, las guerras por el poder en los reinos hispanos… No voy a hacer aquí una relación detallada de nuestra historia, pero si analizo y profundizo un poco, no ha habido ni un solo siglo en el que no hayamos estado inmersos en guerras civiles, en guerras de conquista, en conflictos con turcos, franceses o ingleses, con Estados Unidos, guerras de sucesión, de independencia, atentados terroristas y asesinatos de primeros ministros, dictaduras… Parecía que con la llegada de la democracia íbamos a entrar en un período de tranquilidad, pero ETA y el Grapo así como intentos de golpe de estado como el de Tejero tampoco nos dejaban respirar. Después, con la llegada del PSOE al poder parecía que nuestra entrada en Europa y en la OTAN, el buen hacer del rey Juan Carlos, los Juegos Olímpicos de Barcelona o la EXPO’92 de Sevilla nos abrían al mundo y nos mostraban como un país moderno, preparado y alegre.

Pero entonces comenzaron a amontonarse los casos de corrupción: se destapó el caso Filesa por el que el PSOE fue condenado por financiación ilegal, la dimisión de Alfonso Guerra, ETA seguía matando y el País Vasco era un quebradero de cabeza. Llegó José María Aznar al poder en 1996 y otra vez parecía que todo se calmaba y que la economía española daba un tirón que nos ponía a la altura de otros países europeos. Entramos en el Euro pero ETA no dejaba de matar, apoyamos la guerra de Irak, sufrimos los atentados yihadistas de 2004 y Zapatero llegó al poder. La crisis económica de 2008, el 15M en 2011, la abdicación del rey Juan Carlos en 2014, los atentados yihadistas en Cataluña en 2017, la declaración unilateral de independencia de Cataluña en ese año…

Llegamos al año 2018 con la moción de censura a Mariano Rajoy y la llegada al poder por primera vez de Pedro Sánchez, ratificada más adelante en las elecciones generales de 2019, pactando con Podemos y gobernando en coalición los dos partidos de izquierda con apoyo de los partidos independentistas catalanes y el PNV vasco. He dejado muchas cosas, como es lógico, en el tintero, porque esto no quiere ser una lección de historia. Lo que quiero reflejar es que este país siempre ha vivido convulsionado. Algunos dirán que durante la dictadura de Franco hubo una relativa paz, pero claro, muy relativa porque eso fue así para los que ganaron la guerra porque para los otros fueron años de sufrimiento, de falta de libertades, de opresión. Y cuando se ha querido pasar página no ha sido posible, porque la Transición, como ya comenté en mi anterior entrada, no fue aceptada por los más extremistas dejando, además, muchas cosas sin cerrar bien. Pero eso es otro tema y daría para un debate mucho mayor.

Ahora quiero centrarme en lo que ocurre en la actualidad, a seis días de las elecciones catalanas. Resulta que cuando se convocaron en diciembre de 2020 para que se realizaran el 14 de febrero de 2021 algunos pensaron que quizás era demasiado precipitado celebrarlas en esa fecha dada la situación de pandemia. Pero la mayoría estaba de acuerdo que la situación catalana exigía que hubiera un gobierno que se dedicara a gestionar bien y no a estar continuamente enfrentándose con el Estado y dividiendo a los catalanes entre buenos y malos según apoyaran o no la independencia. Hubo un intento de aplazamiento mediante un decreto de la Generalitat pero el TSJC lo dejó sin efecto y las elecciones se celebrarán ese día, a no ser que ocurra un cambio radical en la evolución de la pandemia. Y en esa estamos, en plena campaña electoral, cada partido tirándole los trastos a los demás y todos contra Illa. Pero el que más daño está haciendo, siento decirlo porque es un personaje que no me cae mal a pesar de todas sus contradicciones, es Pablo Iglesias. Sus últimas intervenciones hablando de Cataluña, de los «exiliados», de los «presos políticos», de que «no hay una situación de plena normalidad política y democrática en España,  cuando los líderes de los dos partidos que gobiernan Cataluña, uno está en prisión y el otro en Bruselas» dejan, desde mi modesto punto de vista, mucho que desear y dejan en muy mal lugar al gobierno y a nuestro país, ese al que dice amar tanto. Hablar de exiliados y de presos políticos después de lo que ocurrió el 1 de octubre de 2017 con un referéndum ilegal y de la proclamación el 10 de octubre de la independencia de Cataluña, es una auténtica barbaridad. En ninguna democracia se hubiera permitido esto y seguramente los responsables hubieran sido condenados incluso con mayor severidad. Los independentistas catalanes ponen como ejemplo a Escocia y a Canadá, pero ellos saben aunque lo repiten hasta la saciedad, como seguramente lo sabe también Pablo Iglesias, que los casos son muy distintos, como se explica muy bien en este artículo: Cataluña, Escocia y Québec, sus diferencias.

No sé si Pablo Iglesias hace estas declaraciones por convencimiento o por tacticismo político, para diferenciarse de su socio en Madrid y contrincante en Cataluña, pero sea por lo que sea, un gobernante, y él lo es aunque le pese, debe ser leal a su país y al gobierno al que pertenece. Pero me temo que él va por libre, que antepone sus intereses personales y partidistas, sin medir bien (o midiéndolo perfectamente, quién sabe) sus palabras. No leo habitualmente lo que dice el Papa Francisco, pero suele dejar a veces frases para reflexionar. Así, dice que el «buen político es el que practica aquellas virtudes humanas que son la base de una buena acción política: la justicia, la equidad, el respeto mutuo, la sinceridad, la honestidad, la fidelidad”. Y habla de las graves anomalías que socaban el ideal de una democracia auténtica y ponen en peligro la paz social. Esto es, “la corrupción —en sus múltiples formas de apropiación indebida de bienes públicos o de aprovechamiento de las personas—, la negación del derecho, el incumplimiento de las normas comunitarias, el enriquecimiento ilegal, la justificación del poder mediante la fuerza o con el pretexto arbitrario de la ´razón de Estado´, la tendencia a perpetuarse en el poder, la xenofobia y el racismo, el rechazo al cuidado de la Tierra, la explotación ilimitada de los recursos naturales por un beneficio inmediato, el desprecio de los que se han visto obligados a ir al exilio”. No creo que el Papa Francisco pensara en Puigdemónt cuando dijo estas palabras, ya que, precisamente el político catalán si por algo se caracterizó es por el incumplimiento de las normas y la negación del derecho.

Me temo que pocos políticos de nuestro país pueden presumir de seguir las recomendaciones de Francisco. Mejor dicho, pocos políticos en el mundo pueden hacerlo. Por eso es tan difícil ser un buen político. Esperemos que las elecciones catalanas no tengan que repetirse y que los que las ganen respeten la Constitución, que la pandemia finalice, que la economía mejore y que podamos vivir unos años de tranquilidad, que falta nos hace.

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La matanza de Atocha y la Transición

Sociólogos y psicólogos afirman que cualquier generación tiene más vívidos y presentes los sucesos que le ocurren durante su juventud. Es lógico, ya que aquello que nos ocurre entre los quince y los veinticinco años lo hacen en el periodo de nuestra vida en que somos más impresionables, cuando nuestra visión del mundo está formándose, cuando se configuran nuestras actitudes hacia la política y la sociedad. Cuando se murió Franco yo tenía veinte años y comencé a trabajar, ya como funcionario. Eran los años de la transición, años convulsos, en los que a diario sucedían cosas extraordinarias. Ahora está de moda utilizar la expresión “hecho histórico”. Puedo asegurar que entre los años 1974 y 1981, entre mis diecinueve y veintiséis años, rara era la semana que no nos sobresaltábamos o alegrábamos con algún acontecimiento extraordinario, con algún hecho histórico. Además de la muerte del dictador en 1975, el asesinato de Carrero Blanco dos años antes, la subida al trono de Juan Carlos I (El Breve, como muchos decían o decíamos en aquellos momentos), el nombramiento de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno, la legalización de los partidos políticos, previo “suicidio” de las Cortes franquistas, las primeras elecciones generales en 1977, además de secuestros y atentados, intentos de golpes de Estado… Y mientras tanto, los jóvenes de mi generación asistíamos con esperanza y también con miedo a todo aquello. A veces teníamos que retener el aliento, esperando que todo se derrumbara. Los que habían pasado la guerra civil tenían aún más miedo, porque no querían revivir otra guerra similar. Todo eso nos marcó y nos predispuso a tener una mayor conciencia para participar políticamente. Es difícil que aquellos que tenemos entre sesenta y setenta años pasemos de la política. Como será difícil que los que hoy tienen dieciocho o veinte años no queden marcados por la pandemia. Se verá dentro de unos años.

Aunque tengo mala memoria para los nombres y las fechas, hay momentos de esa época que nunca podré olvidar. Una de ellas es mi paso por el servicio militar (ya está el abuelo con sus batallitas, os diréis). Pero, ¿cómo se me van a olvidar aquellos meses que coincidieron con una de las épocas más turbulentas y peligrosas de la historia reciente de España? Y que coincidió, precisamente, con mi estancia en el cuartel de Intendencia de la Puerta de la Carne, en Sevilla. Después de dos meses infernales, julio y agosto de 1976, en Cerro Muriano, en Córdoba, con un calor asfixiante, con ejercicios y marchas interminables, con restricciones de agua por la sequía, etc., llegaron unos meses de relativa tranquilidad en el cuartel: trabajar en una oficina, alguna guardia de vez en cuando, buenas relaciones con los superiores y los compañeros, bastante libertad para entrar y salir del cuartel, disciplina relativamente relajada. Un paraíso comparándolo con los meses anteriores.

Otros cuatro compañeros y yo pudimos alquilar un piso en la calle Torneo, donde solíamos reunirnos cuando nos daban permiso, que era casi todos los fines de semana. Allí podíamos charlar tranquilamente, sin cortapisas, hablando casi siempre de política. Uno de ellos tocaba estupendamente la guitarra y aprovechábamos para cantar canciones de Mercedes Sosa, de Quilapayún, de Paco Ibáñez, de Labordeta o de Lluis Llach. Había dos catalanes, dos vascos y yo. Todos con ideología de izquierda, así que las discusiones solían girar en torno al momento que se estaba viviendo en España. Aunque todos queríamos que se produjeran cambios revolucionarios, rápidos y que se enterrara de una vez el régimen de Franco, también éramos conscientes de las enormes dificultades. No nos gustaba Adolfo Suárez (había sido designado precisamente el día que yo salía de Coruña en tren camino del campamento de Cerro Muriano), veíamos que las Cortes eran todavía las franquistas, que la ultraderecha campaba a sus anchas en el territorio español, sobre todo los guerrilleros de Cristo Rey, y que los grupos terroristas (ETA y el Grapo, fundamentalmente) ponían piedras en la maquinaria que intentaba poner en marcha el nuevo gobierno. Los dos vascos justificaban las acciones de ETA porque se dirigían, fundamentalmente, a las fuerzas represoras del Régimen (ejército, policía y guardia civil, que impedían el cambio y detenían y torturaban a los militantes y simpatizantes de la izquierda). Los catalanes tenían como mantra “libertad, amnistía y Estatut de Autonomía” y simpatizaban también con la lucha que llevaba a cabo ETA. Yo, por mi parte, defendía las ideas de la Unión do Povo Galego, de la Asamblea Nacional Popular Galega y de todo aquello que sonara a lucha por las libertades de la Nación Galega. También había tenido la oportunidad de hacerme militante del PSOE, ya que coincidió conmigo durante la carrera de Magisterio y en mi primer destino provisional como maestro en el Colegio Raquel Camacho, una destacada figura socialista de Coruña, Rubén Ballesteros que, además, estaba casado con mi profesora de francés en el Instituto Masculino, Berta Canel, a la que yo apreciaba ya que me había dado una matrícula de honor. Pero en mi familia habían sucedido demasiadas cosas negativas durante la posguerra y a mí se me había metido el miedo en el cuerpo. Yo nunca destaqué por mi valentía, así que le dije que no. Después me arrepentí, pero era demasiado orgulloso para dirigirme a él y solicitarle mi entrada en el partido. En mi defensa diré que sólo tenía 21 años, que era muy tímido y precavido y, visto en perspectiva, creo que hice lo mejor. La política no estaba hecha para mí. Eso de la disciplina de partido no iba con mi forma de ser.

Retomo lo que estaba diciendo de las reuniones con mis compañeros de piso. Nosotros escuchábamos a los militares en el cuartel, los comentarios que realizaban sin ningún reparo delante de los soldados, veíamos el retrato del General en muchos despachos y sabíamos que el ejército iba a ser un impedimento difícil de salvar, aunque, en el fondo, deseábamos con todas nuestras fuerzas que llegara el momento real del cambio, nada nos quitaba la ilusión.

Pero llegó la funesta semana, los fatídicos siete días de enero de 1977. El día 23 fue asesinado por un grupo de extrema derecha vinculado a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, Arturo Ruiz, un estudiante, albañil y activo militante de izquierdas, mientras participaba en una manifestación proamnistía en la Gran Vía madrileña. Al día siguiente, en una manifestación contra el asesinato de Arturo Ruiz, muere la estudiante Mari Luz Nájera como consecuencia del impacto en pleno rostro de un bote de humo lanzado por los antidisturbios. Ese mismo día 24 es secuestrado por los GRAPO el teniente general Villaescusa (el mismo grupo que un mes antes había secuestrado a Oriol y Urquijo, presidente del Consejo de Estado) y por la noche, tres asesinos irrumpen en el despacho laboralista del número 55 de la calle Atocha y matan a cinco personas, además de herir gravemente a otras cuatro (por cierto, en ese despacho era donde habitualmente trabajaba Manuela Carmena, pero ese día le habían pedido que lo prestara para reunirse los que después fueron asesinados). El día 26 de enero se produce una manifestación convocada por el Partido Comunista, todavía ilegal, y Comisiones Obreras. Una manifestación de más de 100.000 personas que recorren las calles en perfecto orden y silencio, una demostración de civismo y de organización que emociona y asombra a la España de aquella época y que muchos analistas consideran el punto de partida de la legalización del Partido Comunista, que se produjo unos meses después, el famoso Sábado Santo Rojo, el 9 de abril de 1977.

En el cuartel, nosotros apenas nos atrevíamos a hablar. Decidimos no ir al piso, porque la tensión que se respiraba en el ambiente era enorme. Parecía que todos nos vigilaban, que en cualquier momento nos iban a llamar a algún despacho y nos iban a detener, a pesar de que nada podíamos temer porque nada habíamos hecho, pero era mejor prevenir. Finalmente, nada ocurrió, pero desde entonces espaciamos más las visitas al piso, nos deshicimos de toda la propaganda y de todas las revistas y recortes de periódicos que habíamos ido acumulando durante meses (Cambio 16, Diario 16, Cuadernos para el Diálogo y El País, sobre todo). Era una exageración, era un temor injustificado, después nos dimos cuenta y nos arrepentimos y avergonzamos de la cobardía. ¡Menudos revolucionarios de pacotilla! Pero todos no pueden ser héroes, nos dijimos. Así que seguimos cantando a Serrat, a Moustaki y a Violeta Parra. Sólo servíamos para eso. Y sólo los que vivimos aquella época, podemos darnos cuenta de los peligros que corrió la democracia, de que estuvimos en la cuerda floja y en un tris de que todo se viniera abajo. Afortunadamente, y a pesar de todos los errores cometidos, creo que valió la pena el sacrificio de tantas personas. Por eso me da pena y rabia que muchos que no vivieron aquellos años y sólo los conocen por los libros de historia, se atrevan a criticar alegre y superficialmente, incluso a despreciar, lo que conocemos por la Transición. Hicimos lo que pudimos, nada más y nada menos.

'El abrazo' (1976), de Juan Genovés.

El abrazo, de Juan Genovés

Trump y La Ola

En otoño de 1967 Ron Jones, un profesor de historia de un instituto de Palo Alto en California, en el Cubberley High School, no tuvo respuesta para la pregunta de uno de sus alumnos: ¿Cómo es posible que el pueblo alemán alegue ignorancia a la masacre del pueblo judío? ¿Cómo pudo el pueblo alemán alegar su ignorancia del genocidio judío? ¿Cómo podía la gente de las ciudades, los obreros, los profesores, los doctores, decir que no sabían nada de los campos de concentración y las matanzas? ¿Cómo gente que eran vecinos o incluso amigos de judíos podían decir que no estaban allí cuando sucedió todo? Al no poder explicar a sus alumnos por qué los ciudadanos alemanes (especialmente los no judíos) permitieron que el Partido Nazi exterminara a millones de judíos y otros llamados “indeseables”, decidió mostrárselo. Decidió hacer un experimento con sus alumnos: instituyó un régimen de extrema disciplina en su clase, restringiéndoles sus libertades y haciéndoles formar en unidad. El nombre de este movimiento fue The Third Wave.

Jones llamó al movimiento “La Tercera Ola”, debido a la noción popular de que la tercera de una serie de olas en el mar es siempre la más fuerte, y afirmó que sus miembros revolucionarían al mundo. Ante el asombro del profesor, los alumnos se entusiasmaron hasta tal punto que a los pocos días empezaron a espiarse unos a otros y a acosar a los que no querían unirse a su grupo. El experimento cobró vida propia, con alumnos de toda la escuela uniéndose a él. Jones se preocupó acerca del resultado del ejercicio y lo detuvo al quinto día haciendo ver a sus alumnos que el movimiento tenía un líder mundial: Adolf Hitler. Se rumoreó que hubo implicaciones, como el suicidio de uno de los alumnos, pero poco ha trascendido sobre el asunto.

En 1981, el escritor estadounidense Todd Strasser, bajo el pseudónimo Morton Rhue, narró esos hechos en su libro “The Wave”, La Ola, y en 2011 el director Dennis Gansel realizó una película con el mismo título, ubicando los hechos en Alemania en la época actual; un carismático profesor de instituto aborda en su clase la autocracia. Relacionándolo con el surgimiento de dictaduras, el fascismo y el nazismo, Wenger articula unas sesiones muy prácticas, en que presenta los elementos que explican su atractivo: espíritu de grupo, ideales comunes, ayuda mutua, uniformes y parafernalia exterior…

En apenas unos días, lo que comienza con una serie de ideas inocuas como la disciplina y el sentimiento de comunidad se va convirtiendo en un movimiento real: «La Ola». Los jóvenes se entusiasman, mejoran notablemente en autoestima e iniciativa, superan sus diferencias raciales y sociales, se implican en el diseño de lemas y logos, y hasta adoptan un uniforme común. Las críticas de varias alumnas al experimento —cuestionado también por otros profesores y por grupos anarquistas— llevan la situación mucho más allá de lo que nadie había imaginado. Al tercer día, los alumnos comienzan a aislarse y amenazarse entre sí. Cuando el conflicto finalmente rompe en violencia, el profesor decide no seguir con el experimento, pero para entonces es demasiado tarde, «La Ola» se ha descontrolado… No cuento el trágico final, por si no la habéis visto, pero podéis imaginarlo.

Viendo las imágenes del 6 de enero en el Capitolio, en Washington, me han venido a la cabeza las imágenes y el argumento de la película. Y me hago unas preguntas similares a las del alumno: ¿Cómo es posible que el pueblo norteamericano alegue ignorancia ante las barbaridades que dice Trump? ¿Cómo es posible que se crea, a pesar de todos los datos en contra, que las elecciones fueron un fraude? ¿Cómo es posible alegar ignorancia ante las consecuencias del COVID-19? ¿Cómo creerse las continuas mentiras, lo que ahora se denomina fake news, que continuamente emite su presidente? En época de Hitler, Goebels aprovechó la prensa y la radio para bombardear al pueblo alemán con continuas mentiras sobre los judíos. Ahora, Trump aprovecha Facebook y Twitter para hacer lo mismo, esta vez con mucho mayor delito ya que el pueblo norteamericano, como el de cualquier otro país democrático, tiene otras muchas herramientas para contrastar la información. Pero, al igual que ocurre casi siempre, las personas sólo creemos aquello que nos interesa y sólo acudimos a los medios de información que corroboran aquello que queremos creer. En esto se apoya Trump, que no es nada tonto y sabe cómo, a quién y qué debe transmitir. Sus mensajes durante cuatro años han provocado e incendiado a casi la mitad de los norteamericanos con discursos y mensajes que han ido calando en una sociedad cada vez más polarizada y, por desgracia, cada vez más violenta. Los casos de brutalidad policial contra los negros, aunque han existido siempre en Estados Unidos, se han agudizado durante la presidencia de Trump. El caso de George Floyd, con unas imágenes que han impactado por su brutalidad, se une al de otros muchos negros que han muerto por palizas o por disparos de la policía. Y el problema es que desde la Casa Blanca, no se han tomado las medidas ni se han condenado de una manera clara para que hechos de esa naturaleza no vuelvan a repetirse.

Pero lo que ya ha colmado el vaso ha sido el asalto al Capitolio, alentado un par de horas antes por unas palabras de Trump por las que merecería ser procesado, juzgado y, casi con toda seguridad, condenado. Comenzó por enumerar los supuestos fraudes electorales, arremetió contra los republicanos “patéticos” y “débiles” que no apoyaban su exigencia de detener la certificación de votos que se llevaría a cabo momentos después en el Congreso. «Increíble por lo que tenemos que pasar, y tener que hacer que tu gente luche. Si ellos no luchan, tenemos que eliminar a los que no luchan», arengó a sus seguidores. Expresó su desconfianza en que el vicepresidente Pence, que por su cargo dirigía la ceremonia en el Capitolio, hiciera algo por detener la certificación de votos: «Espero que defienda el bien de nuestra Constitución y el bien de nuestro país.

«Así que vamos a caminar por la avenida Pensilvania al Capitolio», siguió «Vamos a intentar darles a nuestros republicanos, a los débiles, porque los fuertes no necesitan nuestra ayuda, el tipo de amor propio y audacia que necesitan para recuperar nuestro país».

“Sé que todos los presentes pronto marcharán hacia el edificio del Capitolio para hacer oír sus voces de manera pacífica y patriótica. Hoy veremos si los republicanos se mantienen firmes a favor de la integridad de nuestras elecciones», añadió.

Unas horas después, el mundo pudo comprobar con asombro, cómo una turba de incontrolados tomaba por asalto el Congreso de la mayor democracia del planeta. Cinco muertos después, hoy ha salido Trump para desmarcarse de lo ocurrido, seguramente para evitar su procesamiento. Pero esas imágenes ya están grabadas en las retinas de millones de personas en todo el mundo. Como ocurre en La Ola, una vez que se inicia, se alienta y se premia un determinado comportamiento o unas determinadas ideas en personas con poco criterio o fáciles de manipular, después es muy difícil volverse atrás. El presidente Biden lo tiene muy complicado.

Asalto Capitolio | Manifestantes proTrump toman el edificio
Trump justifica el asalto al Capitolio y Twitter bloquea su cuenta

No lo entiendo

Los años no pasan en balde. Todos sabemos que a medida que transcurre el tiempo la mayor parte de los materiales van perdiendo flexibilidad y se vuelven más rígidos, llegando un punto en que pueden resquebrajarse y romperse. Los efectos de la erosión, la oxidación, la humedad, la temperatura, el envejecimiento de los materiales… Son muchos los factores que influyen en el deterioro de los cuerpos. A los humanos nos sucede lo mismo y en mucha mayor medida porque, lo queramos o no, somos mucho más frágiles. Si una bolsa de plástico puede permanecer varios cientos de años sin degradarse, nuestros cuerpos y mentes se estropean mucho antes.

Será por eso que mi deterioro físico y mental, propio de la edad provecta en la que ya me encuentro, y no me puedo quejar, provoca una rigidez e inflexibilidad en los huesos, en los músculos y, sobre todo en mi pensamiento que, seguramente, hace unos años no tenía. Ya hay muchas cosas que me resbalan, paso de ellas, me importan un bledo, carecen de importancia, cuando hasta hace unos pocos años me enervaban, y ahora me cuesta cada vez más cambiar de ideas, someterme a las ideas de los demás, entender determinadas actitudes y situaciones (sin embargo, dicen que los abuelos, a pesar de la edad, son mucho más permisivos con los nietos que lo fueron con sus hijos, pero como yo no tengo nietos no puedo opinar).

La presente situación de pandemia de virus y de ideas estrafalarias, de colapso económico y político, quizás haya sido el detonante de todo lo que me está ocurriendo. ¿Cómo soportar de manera estoica los debates del Estado de la Nación, las cifras de contagios y muertos por el Covid-19, los discursos inanes de Sánchez, Iglesias, Casado, Ayuso, Torra, Puigdemón o Abascal, el caso Dina, la Gürtel, la falta de empatía de los políticos con los ciudadanos, la soberbia de casi todos, la incapacidad de ponerse de acuerdo en una situación tan crítica, la ignorancia que flota en el aire, la escasa conciencia y el egoísmo de muchas personas que son incapaces de mantener una mínima disciplina…? Noto que cada vez me cuesta más ver y escuchar las noticias de radio y televisión, que ya no me enganchan los debates, que me estoy apartando de la actualidad y de la realidad y cada vez me refugio más en la ficción de novelas, poesía, música, arte en general. Me limito a ver los titulares de la prensa o de los noticiarios para no encerrarme del todo y conocer lo que pasa en nuestro país y en el mundo, pero de ahí no paso. Es tan decepcionante y desalentador ver y escuchar a los políticos, a los pretendidamente expertos virólogos, que apenas se ponen de acuerdo en unas pocas premisas, a los gurús y visionarios que pronostican catástrofes o remedios inmediatos pero que apenas aciertan, a los comunicadores que vociferan en las ondas, insultando a unos y halagando a otros, tergiversando torticeramente la realidad, que ya me he hartado. Pero antes de tirar la toalla definitivamente y confinarme en cuerpo y alma de manera voluntaria y no salir en mucho tiempo, quizás alguien me pueda ayudar y explicarme lo que me pasa y lo que está pasando. Pondré algunos ejemplos.

1. Es obligatorio andar por la calle con mascarilla. Pero cuando haces deporte y pasas junto a la gente o te sientas con un grupo de amigos en una terraza, te la puedes quitar. No lo entiendo.

2. En muchos lugares cierran parques y jardines pero permiten sentarse en lugares cerrados como restaurantes o cafeterías, aunque sea con distancia y medidas higiénicas. No lo entiendo.

3. Cierran perimetralmente ciudades pero permiten que las personas se muevan libremente dentro de ellas sin apenas restricciones. No lo entiendo.

4. Si viajas en metro, en tren, en avión o en Bla bla car apenas hay restricciones. No lo entiendo.

5. Cada vez entiendo menos a los políticos. Ayer dicen blanco y hoy dicen negro y no se les cae la cara de vergüenza. Son tantos los ejemplos que podrían llenar páginas y páginas. Si buscáis en las hemerotecas encontraréis mucha información y quizás alguna vez dedique un poco de tiempo a hacerlo. Esto no quiere decir que todos los políticos sean iguales. La mayor parte son honrados y trabajan por lo que ellos creen justo. Pero no prometas aquello que no puedas cumplir ni digas algo de lo que después te tengas que arrepentir. Por eso yo no me he hecho político y cada vez entiendo menos la política.

6. Apenas somos críticos con los partidos políticos a los que solemos votar y denostamos cualquier cosa de los adversarios. Somos como los radicales en el fútbol, con la diferencia de que el fútbol es juego y diversión y la política determina gran parte de nuestra vida diaria. No lo entiendo.

7. Sin haber educado ni haber responsabilizado antes a las personas ahora no se les puede pedir educación ni responsabilidad. Eso sí lo entiendo.

8. No entiendo que grupos de amigos o familiares se enfaden por culpa de la política. Si uno lee Patria, analiza lo que ocurre en Cataluña o lo que pasa en Madrid, se dará cuenta de cuántas amistades se han roto.

9. Acabo de terminar de leer El guardián entre el centeno. Lo había leído cuando era apenas un adolescente y no me gustó y ahora tampoco me gusta. No entiendo cómo ese libro es un icono para mucha gente y la crítica lo ponga por las nubes.

10. Hay programas de televisión tan deleznables que tendrían que ser eliminados ipso facto y sin anestesia. Que se emitan bodrios como Sálvame, First dates o La isla de las tentaciones, entre otros, es un síntoma de lo bajo que caen algunas cadenas y lo poco que les importa la salud mental de los teleespectadores. No entiendo que la fiscalía no actúe de oficio.

Podría seguir con muchos más ejemplos que no tienen nada que ver con la política ni con la pandemia y sí con la vida cotidiana de ciudadanos normales y corrientes, pero con esto me llega por hoy, y si alguien puede ayudarme a entender algo, ruego que me lo explique porque cada vez estoy más desorientado y perdido.

Fatigas

Piel de toro. En el enorme ruedo estamos todos. Somos muchos millones. La mayor parte de nosotros está charlando, mirando los móviles, escuchando la radio o viendo la televisión; una minoría lee el periódico y se dice que algunos también trabajan. En las gradas, a la sombra, unos pocos, la mayor parte hombres, aunque también se puede ver alguna mujer, asisten como espectadores y lanzan miradas aburridas al espectáculo que se presenta ante sus ojos. Visten ropas elegantes, zapatos caros y relojes y joyas de alta gama. Charlan entre ellos, ríen y, a veces, se separan del resto y susurran palabras ininteligibles que los demás no pueden escuchar.

Abajo, en el ruedo, que no está relleno de albero, sino de cemento, de campos cultivados y sin cultivar, montañas, ríos, desiertos, carreteras… hay unos miles de personas que visten trajes de luces. La mayoría están en el centro de la plaza y el resto se distribuye a todo lo largo y ancho en pueblos, ciudades y aldeas. A una señal de uno de los espectadores, un grupo de toreros se destaca del resto y, dirigiéndose a todos los ángulos, mueven lentamente la capa. Se nota que dominan el arte, que no es la primera vez que lo hacen. Muy quietos, el rostro impasible, serio, circunspecto, lanzan algún grito para que los millones de personas dejen de charlar o de hacer lo que quiera que hagan. Prestan atención al movimiento de las capas. Cada uno elige la que más le gusta y acude de manera hipnótica al engaño. Apenas prestan atención a las manos, a los gritos de los toreros, al cuerpo que se esconde a sus miradas. Solo esperan el momento oportuno para embestir, para golpear el trapo y destrozarlo. Cada vez avanzan con mas rapidez, con más furia. Parece que van a tocar, y finalmente lo hacen, la capa. Pero desconocen que alguien la está moviendo, que los está llevando a su terreno, que se envuelven en el engaño. Codiciosos, embisten una y otra vez, pero los toreros son muy profesionales y saben hurtar el peligro. En toda la piel de toro está ocurriendo lo mismo. Se han hecho muchos grupos. De vez en cuando, uno de los toreros es arrollado, pero rápidamente es sustituido por otro. En ese caso los espectadores parecen salir de su letargo y cuchichean entre ellos. Algunos aplauden y otros silban descontentos.

Ya sé, ya sé que es una metáfora muy burda, que ya os habéis dado cuenta de que estoy hablando de los ciudadanos, de los políticos, de los problemas que nos agobian, de los poderes fácticos. Los ciudadanos, por desgracia, somos muy fáciles de llevar al huerto. Nos presentan el engaño, problemas menores que se pueden despachar con facilidad y con buena voluntad, para desviar la atención de lo que realmente importa: la sanidad, la educación, la economía, la pandemia, en definitiva, el bienestar y la prosperidad de los españoles. Dilapidamos las energías, ahora que son tan necesarias, insultando, mintiendo, mirando para otro lado, metiendo la cabeza en el agujero o cerrando los ojos ante una realidad que nos está, esta vez sí, corneando con brutalidad. Pero no tenemos políticos de altura. Ya no se puede decir eso de que se pueden contar con los dedos de mi mano, a no ser que el que lo dice sea manco. O la cita bíblica sobre Sodoma y Gomorra: no se encuentran ni diez, ni cinco justos, por tanto, seremos destruidos si un milagro no lo impide.

Cada vez asisto con más estupor, unido a desengaño, decepción, cabreo y otras emociones negativas, al espectáculo bochornoso de políticos ineptos e ineficaces, de adláteres y corifeos que viven de ellos, de figuras televisivas y radiofónicas que son la voz de su amo, de presuntos especialistas tertulianos que se dedican a echar más leña al fuego. ¡Más madera!, gritaría Groucho Marx. No hace falta, nos bastamos y sobramos para inmolarnos, como ya hemos hecho demasiadas veces. Me temo que somos incorregibles.

Al sur de Despeñaperros la palabra fatiga no se suele emplear, aunque también, en el sentido de cansancio, de ahogo, de agotamiento. Cuando un andaluz dice “tengo fatiga”, puede significar, entre otras cosas, que le da apuro o reparo (me da fatiga pedirle ese favor), que tiene náuseas (he comido demasiado, me están entrando unas fatigas…) y también puede implicar pasar malos momentos (estoy pasando unas fatiguitas…). Hay más significados, pero con estos tres me llega.

Pues a mí que soy medio andaluz y medio gallego, me entran todo tipo de fatigas. Me dan náuseas, me da fatiga, ver las sesiones de control al gobierno, los insultos en las televisiones y en el Congreso, la falta de preparación y de decencia, la desfachatez con la que se dirigen a nosotros, creyendo que somos ignorantes o que todo nos da igual y que los seguiremos votando hagan lo que hagan (me temo que en esto no se equivocan demasiado).

También me fatiga, me cansa, me agota, además del lenguaje, cada vez más soez y barriobajero, este continuo sinvivir de noticias negativas. Apenas una pequeña anécdota, como una flor en el desierto, atisbamos de vez en cuando, pero seguimos instalados en un páramo de ideas, de hechos. La realidad se impone con toda su crudeza. Y según algunos, esto es sólo la punta del iceberg. Aviados estamos.

Y qué fatiguitas estoy pasando con esta maldita pandemia y con estos ineptos y descarados políticos. Quizás pretendan que nos desenganchemos, que sólo se queden aquellos incondicionales, como los radicales en el fútbol, para que puedan hacer y deshacer lo que les venga en gana. Aunque todavía no lo han conseguido, les falta poco. Últimamente sólo me interesa la familia, los amigos, la buena música, los libros, hacer deporte y algunas series de televisión. Pero a una de mis pasiones, la política, le puede pasar como a otra de mis aficiones de la que ya me he alejado, el fútbol. Sería una lástima, pero es así.

Dibujo Pase de capa. | Toros y toreros, Arte taurino, Galeria de arte

Diario del coronavirus (y X). Doce primeros días de junio

Fernando Simón - Wikipedia, la enciclopedia libre

“Tal vez en el futuro España sea un país que viva de la ciencia pero ahora España es un país que vive del turismo.” Fernando Simón

Ya me estoy pareciendo al Ministerio de Sanidad: cambio de criterio cada poco tiempo. Empecé este Diario hace ya un par meses, creo recordar que a principios de abril, entre otras cosas porque tenía que dedicar mi tiempo no sólo a limpiar, a leer, a ver películas y series, a hacer deporte en casa porque no se podía salir, a leer y escribir en los grupos de WhatsApp o a escribir relatos (cosa que, por cierto, la tengo muy abandonada), así que decidí comenzar una especie de diario para recordar cómo había surgido el Covid-19, a revisar lo que decía la prensa y los políticos a medida que pasaba el tiempo, la evolución de la pandemia, cómo se podría salir de la situación, etc. Empecé el mes de abril con una entrada, Hibernación y mala suerte, en la que mostraba la angustia por los primeros días de confinamiento, yo más bien diría que cautividad porque nadie salía a la calle. Después ya sí empecé el auténtico diario, revisando la hemeroteca, comprobando lo que publicaba la Organización Mundial de la Salud y lo que pronosticaban los expertos en epidemias. Lo que comenzó siendo una manera de pasar el tiempo se ha convertido en una forma de reflexionar sobre la volubilidad de la condición humana, sobre todo de los políticos. Y tampoco yo me escapo de esa variabilidad. Primero me dediqué a reflejar los titulares de la prensa de papel y digital de aquellos periódicos con más tirada o más seguidores, comprobando que nadie mencionaba la enfermedad. Más adelante me cansé de tener que copiar los titulares y comentar cómo cada periódico tiraba sin pizca de pudor para su lado, obviando las incongruencias en las que caían aquellos que consideraban sus paladines. ¡Ay!, ¿dónde queda la presumida o presumible objetividad? Ya sé que eso no existe, sobre todo en los últimos tiempos, en los que las grandes empresas de comunicación pretenden convertirse, no ya en el cuarto poder, sino, a poder ser, en los tres primeros directamente.

Tras esas primeras semanas, decidí dejar de dedicarme a repetir titulares y a realizar un resumen de todos ellos, intentando, yo sí, ser lo más ecuánime posible. Cada semana o, como mucho, cada diez días, publicaba en el blog el día a día de nuestros políticos, de la evolución de la pandemia, de la situación de la economía. Pero ahora vuelvo a cambiar de criterio. Nos queda una semana en Andalucía para finalizar la Fase 2 y entrar en la 3. En esa fase, al parecer, Juanma, o sea, Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía, pero Juanma para los amigos y para el resto de los mortales también, casi nos ha asegurado que podremos movernos entre las provincias andaluzas. Y eso va a suponer que saldremos de estampida para Rota, donde tenemos un piso que compramos hace una docena de años y donde solemos pasar los meses de verano. Lo estamos deseando: caminar por la playa, por los pinares, por el paseo marítimo, tomarnos una cerveza en cualquier terraza, refrescarnos con la brisa de poniente … una delicia, vamos. Quizás me encuentre con Almudena Grandes, Luis García Montero, Sabina o Benjamín Prado. Veremos si puedo cumplir estos deseos. E, igual que tenemos la esperanza de entrar en la denominada “nueva normalidad” dentro de pocas semanas, cuando llegue a Rota dejaré este diario en suspenso, esperando que no vuelva a tener que retomarlo nunca.

(Confirmado: ya podemos movernos libremente por las provincias andaluzas y ya podré retirarme a descansar a Rota. Así que, queridos lectores, dejo este Diario y me dedicaré a seguir perdiendo y ganando tiempo, aunque el tiempo siempre nos gana; es un tramposo).

1 de junio de 2020

Por primera vez desde hace muchos meses, Sanidad no registra ningún fallecido con coronavirus en las últimas 24 horas y sólo registra 71 nuevos contagios. En total, 239.638 contagios, 27.127 muertos y 150.376 recuperados. Si esto sigue así, y los descerebrados que se saltan las normas, celebran botellones, fiestas con el doble o triple de personas permitidas y otras barbaridades, no lo estropean, quizás se adelante la movilidad entre CCAA a partir del 8 de junio, siempre que se encuentren en la misma fase. Casi se da por hecho que la movilidad entre provincias de la misma Comunidad Autónoma se podrá realizar en esa fecha. En el mundo ya hay más de seis millones de casos y más de 372.000 muertos.

El ingreso mínimo divide a la oposición: el PP no aclara su postura, Vox ahora dice que no y Ciudadanos se apunta al sí.

Sigue la violencia en muchas ciudades de EEUU, protestando por la muerte absurda de un negro a manos (en este caso a rodilla) de un policía. La comunidad negra ya está harta de la impunidad de la policía. Trump, en su línea, sigue echando leña al fuego y critica a los gobernadores por no utilizar mano dura para sofocar las revueltas. Muchos analistas consideras que esta situación es beneficiosa para él de cara a las elecciones de noviembre.

2 de junio de 2020

Esa vez sí que parece que vamos en el buen camino, ahora que estamos a punto de cambiar de fase y poder movernos libremente entre provincias de la misma Comunidad Autónoma. Por segundo día consecutivo, Sanidad no notifica ningún muerto en las últimas 24 horas, aunque el número de contagios repunta: 137, así que el número de fallecidos se mantiene en 27.127 y el de contagiados asciende a 239.932.

En el Ministerio del Interior y en el Gobierno hay marejada. Se ha conocido una nota reservada que pone en entredicho la versión mantenida por el Ministerio de que no se interesó por el informe de la marcha del 8-M: Interior destituyó a Pérez de los Cobos por “no informar de investigaciones” de la Guardia Civil. A ver en qué queda todo esto, pero en cualquier otro país de nuestro entorno, el ministro ya hubiera dimitido.

Ciudadanos ha llegado a un acuerdo con el Gobierno para votar sí a la prórroga del Estado de alarma, lo que unido al voto favorable de PNV y la abstención de ERC, dan una mayoría holgada a Sánchez.

El empleo vuelve a crecer con 100.000 afiliados más, aunque el paro también subió 26.563 personas. De todas formas, España ha perdido 760.000 empleos desde que comenzó la crisis.

Siguen los disturbios, cada vez más violentos, en EEUU. Trump impone el toque de queda y amenaza con desplegar al Ejército en las calles.

3 de junio de 2020

Pedro Sánchez logra la última prórroga del Estado de Alarma. El presidente apela a la unidad de los partidos, pero la derecha sigue con sus ataques y su acoso: ver y oír los plenos del Congreso es ya un acto de masoquismo y nuestros representantes siguen dando una imagen lamentable.

Me doy por vencido, no soy capaz de enterarme de las cifras que da el Ministerio de Sanidad sobre el Covid-19: que si muertos semanales, que si muertos según fecha de fallecimiento o de notificación, que si las Comunidades no envían los datos tal y como solicita el Ministerio. Mientras que el Ministerio no reportó ningún dato, desde Castilla y León y Cataluña informan de que sí notificaron 4 y 35 muertos, respectivamente. Tendré que hacer un curso acelerado a distancia, a ver si entiendo algo. Resumiendo: alrededor de 240.000 contagios y unos 27.130 muertos.

En América la pandemia sigue avanzando de manera incontrolada y en EEUU continúan las manifestaciones, cada vez más numerosas, pero menos violentas.

4 de junio de 2020

Otro informe de la Guardia Civil señala que Fernando Simón ocultó a las Comunidades Autónomas el informe de la UE sobre manifestaciones como la del 8-M. También utiliza el vídeo “off the record” de Irene Montero para cargar contra las manifestaciones. ¿Metedura de pata? La Ministra de Comercio y Turismo informa de que las fronteras con Francia y Portugal se abrirían el 22 de junio, pero horas después se desmiente la noticia y se indica que dichas fronteras se abrirán a partir del 1 de julio. Seguimos con los fallos de coordinación y comunicación.

Últimos datos en España sobre el Covid-19: 240.660 positivos, 27.133 fallecidos y 150.336 recuperados, aunque la OMS añade 2.700 muertes más a las notificadas por Sanidad. El Instituto Nacional de Estadística, por su parte, recoge 44.000 muertes más de las esperadas en los primeros meses de 2020, un 24% más que el año pasado.

Una noticia que no tendría que haberse producido, sobre todo por los implicados: Un almuerzo de despedida celebrado en el Gregorio Marañón causa un brote de coronavirus en el hospital; cinco neumólogos han dado positivo y 16 trabajadores están aislados tras la fiesta celebrada en honor de dos residentes. No es un buen ejemplo para el resto de los mortales.

El BCE aumenta en 600.000 millones de euros su programa de compra de deuda, un alivio para los países más castigados por la pandemia, sobre todo España.

5 de junio de 2020

El Ministerio de Sanidad informa de que la mayoría de España, un 52%, entra en la Fase 3 a partir del lunes, mientras que Madrid y Barcelona pasan a la Fase 2. Se contabilizan 52 nuevos muertos en la última semana y 177 nuevos casos en las últimas 24 horas, hasta alcanzar los 240.978 positivos. Sin embargo, los datos de Madrid se contradicen con los del Ministerio: 105 contagios y 8 fallecidos. Pese a algunos brotes, la epidemia de coronavirus en España parece que está controlada y la atención primaria, preparada, según los expertos. El miedo, sin embargo, se traslada a la llegada de turistas en julio. El coronavirus se dispara en Brasil y México ante la pasividad de sus líderes.

Fernando Simón, en su rueda de prensa diaria, reconoció que desde el principio se subestimó la gravedad de la crisis, pero siempre teniendo en cuenta los datos de los que se disponía en aquel momento: “al comienzo de la epidemia se produjo una entrada de casos mayor de los que el sistema detectó”. La segunda oleada del estudio de seroprevalencia que lleva a cabo el Instituto de Salud Carlos III ha confirmado los dos principales resultados obtenidos en la primera oleada, que el 5,2% (antes el 5%) de la población española ha estado en contacto con el coronavirus y que un tercio de los infectados son asintomáticos, es decir, pese a estar contagiados es muy poco probable que acudan a un centro de salud.

El Ibex 35 cierra la quinta mejor semana de su historia tras subir casi un 11%.

6 de junio de 2020

El Gobierno tutelará a las Comunidades Autónomas, mantendrá muchas restricciones y fija multas por no llevar mascarilla tras la alarma. Las CCAA que entran en la Fase 3 permitirán viajar entre las provincias de su comunidad, excepto Extremadura, debido a varios brotes en algunas localidades. Finaliza el luto oficial por las víctimas.

7 de junio de 2020

Según el Ministro de Sanidad “visto lo visto, todos hemos llegado tarde a esto”. En muchos países y ciudades del mundo se alzan voces con manifestaciones multitudinarias contra el racismo, recordando la muerte de George Floyd en Minneapolis.

Sigue el baile de cifras de muertes, lo que dificulta el análisis de la evolución de la pandemia en nuestro país. El número de contagiados es de 241.550 y el de fallecidos 27.136, 72 en los últimos siete días.

8 de junio de 2020

Hacía tiempo que no salía el tema del Rey emérito. Ahora, la Fiscalía del Supremo investiga al Rey Juan Carlos por fraude fiscal y blanqueo por las comisiones del AVE a la Meca. Creo que este caso va a traer cola y no es ninguna ayuda para la Monarquía en España. Además, hay muchas voces críticas sobre el papel de Felipe VI durante la pandemia. Algunos ya se están frotando las manos y esperando tiempos mejores para retomar el debate monarquía versus república. También hacía tiempo que no salía la cuestión catalana: la Fiscalía rebaja la petición para Trapero a 10 años por sedición y abre la puerta a una condena sin cárcel por desobediencia. Ambos temas sirven para que la extrema derecha y la derecha extrema extremen sus críticas al Gobierno (como ejemplo, el titular de ABC: Delgado impone a la fiscalía del estado servir al Gobierno). Ya se dijo en su momento que el nombramiento de Dolores Delgado como Fiscal General del Estado iba a traer cola: ya está aquí.

El Banco de España prevé una caída de hasta el 15% del PIB este año y un paro que puede alcanzar el 23,6%.

Sanidad no registra ningún muerto por coronavirus en las últimas 24 horas, Madrid concentra 31 de los 56 fallecidos en una semana y el número de contagios diarios por coronavirus se reduce hasta 48 (frente a los 102 del domingo y los 164 del sábado). Fernando Simón advirtió, sin embargo, que las cifras que ofrecen las Comunidades Autónomas son diferentes, notificando algunas muertes, pero la cifra global se actualizará cuando todas las comunidades se pongan al día con el nuevo sistema de datos que empezó a funcionar el 11 de mayo. Además, ha destacado la buena evolución de los casos que derivan en enfermedad, ya que, «en el último mes, entre un tercio y el 40% de los casos que se han ido notificado eran asintomáticos».

España sigue ocupando la tercera posición en la lista de países con mayor número de casos confirmados (241.717), por detrás de Rusia (476.658) y Reino Unido (286.194). En cuarto lugar figura Italia (234.998) y en quinto, Alemania (184.193).

9 de junio de 2020

Parece que Sánchez consolida una nueva mayoría con PNV y Cs en el Congreso pactando el decreto de la nueva normalidad, aunque el presidente busca que el PP también apoye ese decreto. Entre otras cosas, la nueva normalidad establecerá la obligatoriedad de las mascarillas hasta que haya una vacuna, a partir del día 21 será posible circular con libertad por todo el país, la distancia mínima de seguridad se acorta a metro y medio, los centros de salud deberán hacer pruebas PCR a todos los casos sospechosos, etc.

La ministra de economía, Calviño, se perfila como favorita para presidir el Eurogrupo. Pedro Sánchez ya debería ir buscando sustituta o sustituto.

La juez del 8-M acusa al Gobierno de entorpecer las investigaciones, mientras Fiscalía y Abogacía del Estado quieren que se dé carpetazo la denuncia.

Muere Pau Donés, después de cinco años de lucha contra el cáncer, dejándonos un buen puñado de canciones llenas de alegría y esperanza, sobre todo las últimas, cuando ya sabia que no le quedaba mucho tiempo de vida. Un ejemplo a seguir. Entierro multitudinario de George Floyd en Houston.

Los periódicos cada vez hablan menos del número de muertos y fallecidos por el coronavirus, lo que es buena señal. Sin embargo, estamos a la espera de que el Ministerio de Sanidad actualice los datos que lleguen de las Comunidades Autónomas.

10 de junio de 2020

Por primera vez en mucho tiempo, casi no lo recuerdo, el Congreso aprueba una propuesta del Gobierno sin ningún voto en contra: el ingreso mínimo vital. Vox fue el único partido que no votó a favor, sino que se abstuvo.

El delegado del gobierno declara ante la juez del 8M que “no había ningún elemento para prohibir un derecho fundamental”.

Sanidad notifica 167 contagios en la últimas 24 horas y 40 fallecidos en la ultima semana, pero hubo un brote de Covid-19 en el hospital de Basurto, que deja un fallecido y 25 contagiados.

La vuelta al colegio en septiembre, si no hay cambios en la evolución de la pandemia: 20 alumnos por aula y sin mascarilla y sin distancias hasta 4º de Primaria. Esa será una de las propuestas que Isabel Celáa intentará pactar con las Comunidades Autónomas.

Feijoo quiere dejar sin efecto el estado de alarma el próximo lunes. Propondrá adelantar el final de la fase 3 en Galicia. Queda en el aire qué pasaría con la movilidad entre comunidades.

11 de junio de 2020

Corpus Christi en Sevilla, se espera desbandada de Sevillanos camino de las playas. Lo único que puede impedirlo es el tiempo, que ha refrescado bastante. Nosotros hemos decidido no viajar a Rota hasta la semana que viene.

Da la impresión de que las noticias sobre el número de contagios y de fallecidos por el coronavirus está pasando a un segundo plano en nuestro país. Ahora son ya los estragos económicos debidos a la pandemia y las broncas disputas políticas lo que reclama la atención en los medios de comunicación. O sea, vuelta a la normalidad. Y esta no es la “nueva normalidad”, sino la antigua, la rancia, la triste normalidad. Aunque ya la echábamos de menos, también queremos que se baje el nivel de crispación.

Los periódicos, dependiendo del color político con el que se identifican, destacan noticias diversas: desde que el PP europeo exige duros controles a España por las ayudas de la UE, pasando por la agonía del turismo en nuestro país mientras la UE abre sus fronteras o que Iglesias redacta un plan para nacionalizar las residencias.

El número semanal de muertos sigue bajando, aunque el Ministerio de Sanidad no informa de la cifra total hasta que las Comunidades Autónomas terminen de revisar los datos, lo que todavía puede tardar algún tiempo.

Otra muerte de un personaje conocido más que añadir a las que se han producido estas últimas semanas; ahora ha sido Rosa María Sardá, a los 78 años, una de las actrices que más nos ha hecho reír en los últimos tiempos, con una gran personalidad y fuerza.

Primer partido de la Liga desde hace meses: el derbi sevillano. Gana el Sevilla por 2-0.

12 de junio de 2020

El Ministerio de Sanidad ha dado a conocer cómo quedará el mapa de la desescalada a partir del próximo lunes. Galicia será la primera comunidad de España que quedará fuera del Estado de Alarma y será la Xunta quien decidirá los detalles de las medidas que regirán en la nueva normalidad. Además, el resto de España, excepto siete territorios en Cataluña, Madrid y Castilla y León, estarán el lunes en fase 3. La movilidad será libre a partir del próximo 22 de junio, cuando finalice el Estado de Alarma.

La jueza del 8M archiva la causa contra el delegado del Gobierno en Madrid al no ver indicio de delito; concluye que José Manuel Franco «no tuvo un conocimiento cierto, objetivo y técnico del riesgo».

El número de fallecimientos sigue estancado en 27.136, con más de 243.000 contagiados, 155 en las últimas 24 horas, mientras que en la última semana se han notificado 25 fallecidos. Fernando Simón se ha convertido en un personaje que, aunque con algunos detractores, ha generado muchas simpatías. Por eso pide que se done a una ONG «un pequeño porcentaje» de las ganancias de las camisetas con su imagen. Gran personaje y gran persona.

Y aquí termina, por ahora, este Diario. Espero que no tenga que retomarlo debido a un empeoramiento de la pandemia. Si somos responsables, podemos conseguirlo.


Vale

Diario del coronavirus (IX). Diez últimos días de mayo

El final de mayo parece una película de terror o de arte y ensayo, no puedo definirme. Aunque parece que estamos siendo capaces de controlar la pandemia (a pesar de los saltos adelante y atrás, de los bailes en las cifras debido a los continuos cambios de criterio en la contabilización de muertes y de contagios), la política y la economía van por otro lado. Los políticos deben de ser una raza especial (esto no es políticamente correcto, ya que sólo hay una raza, pero es para que se pueda entender) puesto que no les afecta la realidad, el enorme sufrimiento que padece la ciudadanía. En lugar de dedicar el cien por cien de su tiempo y de su esfuerzo en encontrar soluciones y remedios para salir lo mejor posible de esta situación, ellos se dedican a insultar, a lanzar exabruptos, a poner zancadillas, a mentir o a decir medias verdades, a ocultar su ineptitud que es, en definitiva, lo que están demostrando. Los ciudadanos estamos esperando de los partidos que critican al Gobierno que expliquen a las claras qué y cuándo habrían hecho ellos en su lugar y cuáles son las propuestas, las alternativas que tienen de cara al futuro. Pero a lo único que se dedican es a realizar una crítica vacía de contenido, porque, casi con toda seguridad, no saben qué hacer. No nos merecemos esto. Y luego querrán que los ciudadanos actuemos con responsabilidad. A final de mes Pedro Sánchez logra convencer a PNV y a ERC de que se abstengan o voten a favor de la prórroga del Estado de Alarma. A este hombre hay que reconocerle una gran capacidad para salir de situaciones difíciles.

En cuanto a la crónica de lo sucedido estos días, primero fue el pacto entre PSOE, Podemos y Bildu, sin decir nada a otros partidos que apoyan al Gobierno (PNV, por ejemplo, ahora que Euskadi está a las puertas de unas elecciones); después a Marlaska se le ocurre montar un pollo con la destitución o la dimisión por simpatía de la cúpula de la Guardia Civil, dando explicaciones no demasiado convincentes. Más adelante la sesión de control del Gobierno que pasará por ser una de las más bochornosas y lamentables de nuestra democracia. Item más, la cascada de cierres totales o parciales de empresas que llevan al paro a miles de trabajadores (Alcoa, Nissan, Ryanair). Pero los políticos, a lo suyo. Menos mal que el Gobierno ha puesto un poco de cordura y ha aprobado el ingreso mínimo vital para aquellas familias más desprotegidas y que peor lo están pasando durante esta pandemia. La medida aliviará la situación de unas 850.000 familias.

Fuera de nuestros países la pandemia sigue fuera de control en muchas zonas, sobre todo en América, además de repuntes en el sudeste asiático. En Estados Unidos, por si fuera poco lo que tienen encima, un policía mata a un hombre negro, George Floyd, en Minneapolis poniéndole una rodilla en el cuello y asfixiándolo. Altercados y saqueos en muchos lugares del país y Trump, como siempre, echando gasolina al fuego con sus tuits.

22 de mayo de 2020

Las estadísticas de la pandemia en España vuelven a la senda de los fuertes descensos en vísperas de que el Gobierno avance en la desescalada. Pero las cifras conocidas este jueves, en realidad, no valen de mucho porque Cataluña no notificó sus casos, distorsionando toda la estadística nacional en un momento clave en el que Sanidad esperaba conocer el estado real de esa comunidad y del resto del país. Así las cosas, y a falta de los datos de la Govern, los decesos en las últimas horas fueron 48. Hay que remontarse al jueves 12 de marzo, dos días del confinamiento del país para encontrar una cifra menor.

Se confirma que Madrid y Barcelona pasan a la Fase 1 de la desescalada. Coincidiendo con ello, ambas zonas reportan positivos no contabilizados antes.

23 de mayo de 2020

Pedro Sánchez, presidente del gobierno, afirma que se permitirá el turismo extranjero a partir de julio. Se aprueba el ingreso mínimo vital. Se desarrollan manifestaciones en coche contra la gestión del gobierno, convocadas por el partido Vox.
Llevamos ya varios días con mucho calor. ¿Se hará realidad aquella previsión que pronosticaba que el calor casi acabará con el Covid-19? Eso se verá en una o dos semanas, sobre todo en las provincias en las que el calor aprieta como si estuviéramos en pleno verano.

24 de mayo de 2020

Muchas CCAA exigen no premiar a Bildu y ERC en la reconstrucción y, además, esperan salir del estado de alarma en pocos días. Por otro lado, tras las últimas propuestas del Gobierno, se espera que la sanidad primaria, el primer muro contra el Covid-19, sufra un colapso cuando venga un segundo brote.

25 de mayo de 2020

Sanidad rectifica la cifra total de fallecidos: elimina casi 2000 y sitúa el número de muertos en 26.834. En las últimas 24 horas se han producido 132 nuevos contagios, una cifra que muestra un claro descenso en la curva. Con esos datos, el número total de contagiados desde que comenzó el recuento es de 235.400 casos confirmados de Covid-19, de los que 122.439 pacientes han sido hospitalizados.

La vía sueca contra el coronavirus, que no acertó demasiado en la lucha contra la pandemia, tampoco acierta en lo económico: la caída del PIB puede llegar al 10% y la tasa de desempleo podría alcanzar el 13%. No es un consuelo, pero se puede comprobar que ninguna de las recetas que se han puesto en practica en Europa es totalmente eficaz. Quizás los casos de Grecia o de Portugal sean una excepción.
Otro lío a la vista: El Ministro de Interior, Marlaska, cesa al jefe de la Guardia Civil en Madrid que investigaba la marcha del 8M por “perdida de confianza”. PP, Ciudadanos y Vox se frotan las manos y ya piden la comparecencia del ministro en el Congreso. La juez cita a declarar como imputado al delegado del Gobierno en Madrid por la marcha del 8M.

26 de mayo de 2020

El lío de Marlaska va en aumento. Ahora dimite el número dos de la Guardia Civil tras el cese de Pérez de los Cobos. El informe que ha causado todo el jaleo, el que se envió a la jueza sin antes ser visto por Marlaska, asegura que el Gobierno era consciente del peligro que suponían las manifestaciones. Dicha juez del 8M envía un escrito a Interior para advertir de que la Guardia Civil sólo debe informarle a ella. La oposición está frotándose las manos. ¿Habrá dimisiones en el Gobierno? ¿Llegará Pedro Sánchez a comerse el turrón en Navidad? No quiero ni pensar que se celebren pronto nuevas elecciones. Después de lo que estamos pasando, el cuerpo no está para estos trotes.

Por otro lado, existen muchas dudas sobre cómo se contabilizan los contagios y las muertes. Se han producido muchos cambios de criterio y esto deja perpleja a la ciudadanía, a los expertos, a los medios de comunicación. Si hace unos días se había elevado la cifra de contagios y de muertos, debido, según parece, a problemas con la contabilización de Cataluña, ahora ha sido al revés: de una tacada han “desaparecido” casi dos mil muertos. Esta situación está deteriorando la figura de Fernando Simón, que es cuestionado en muchas instancias. Y también en determinados países, que ven con suspicacia lo que aquí ocurre y pueden poner trabas a que sus ciudadanos hagan turismo en nuestro país.

27 de mayo de 2020

El comienzo de los diez días de luto decretados por el Gobierno no podía empezar de peor manera. El Congreso de los Diputados vive en una realidad paralela, cada vez más alejado de los problemas reales de los ciudadanos. No importan los muertos, los contagios, el abismo del paro galopante, de la desaparición de empresas. Sólo importa, ahora, las destituciones en la Guardia Civil, como si en ello nos fuera la vida. Con esta oposición, el PSOE no tendrá problemas para mantenerse en el poder, porque los ciudadanos ven a un Gobierno que, aunque con fallos y errores, está intentando buscar salidas, aunque algunos piensen lo contrario. Lo vivido hoy en la sesión de control al Gobierno, con los ataques a Marlaska, los insultos de Álvarez de Toledo a Pablo Iglesias (“usted es el hijo de un terrorista”), las intervenciones de Teodoro García Egea y de Vox… Siento vergüenza por lo que estamos presenciando. No nos merecemos a unos políticos que están dando un ejemplo tan lamentable. ¿Dónde están las propuestas para intentar levantar el país? ¿Qué hay de la famosa Comisión de Reconstrucción? El hemiciclo se parece cada vez más a un circo, pero no al de leones, payasos y acróbatas, sino al circo romano, con gladiadores que esperan degollar al contrario.

Mientras tanto el baile de cifras y los cambios de criterio en la contabilización de muertes y contagios impide que se pueda hacer, o que yo pueda hacer, un análisis estadístico. La curva se ha convertido en una montaña rusa, en la que aparecen y desaparecen contagiados y fallecidos como si asistiéramos a un espectáculo de magia. El Gobierno ha aprobado ya cinco formas diferentes de contabilizar los casos en el estado de alarma. Según se explica desde el Ministerio de Sanidad, lo que se persigue es utilizar indicadores cada vez más cualitativos y fiables. Será eso. Pero Sanidad vuelve a corregir la cifra total y la sitúa 27.118 fallecidos, 39 en la última semana. Por otro lado, la actualización del Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo), dependiente del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), ha aflorado 13.250 decesos que aún no se habían incluido hasta ahora por los retrasos en los registros civiles durante los peores momentos de la pandemia., lo que es un dato preocupante y quizás nos acerque a la cifra real de muertes, unas 43.000 debidas, de forma directa o indirecta, al Covid-19.

28 de mayo de 2020

Nissan cierra su planta de Barcelona, casi 3.000 puestos directos a la calle y muchos más indirectos también afectados. Alcoa, fábrica de aluminio en el norte de Lugo, también anuncia un cierre parcial, con 500 despidos, Ryanair recortará plantilla y sueldos en España… Noticias desalentadoras que muestran el problema más importante, después del sanitario, que tenemos en nuestro país: la desaparición de empleos y el enorme incremento de parados.

Sanidad notifica un muerto más que ayer y 38 fallecidos en la última semana. Con la continua revisión de datos, las cifras diarias están dando saltos. Resumiendo: afectados desde que estalló la pandemia, 237.906; fallecidos, 27.119 y el número de curados, 150.376.

Hoy prefiero no informar nada sobre política. He enviado metafóricamente (qué más quisiera yo que poderlo hacer en realidad) a los políticos al rincón de pensar, aunque esta debe ser una actividad a la que no están acostumbrados.

29 de mayo de 2020

El Consejo de Ministros de hoy ha aprobado el ingreso mínimo vital para 850.000 hogares en extrema pobreza, agravada por la pandemia. Es una de las políticas más ambiciosas de la historia de España. Siguen los ecos de la sesión de control al Gobierno del miércoles: Aznar apoya a Álvarez de Toledo y Feijóo dice que fue un error perder los papeles; supongo que eso serán las distintas sensibilidades dentro del PP.

Los casos de contagios y de fallecidos por coronavirus siguen a la baja: Fernando Simón informa de que en las últimas 24 horas se han registrado 184 nuevos casos (de los que 61 han sido comunicados por Madrid y 47 por Cataluña) y dos muertes. Aunque las curvas de contagios y fallecidos están claramente en descenso, el doctor Simón avisa de que hay que ser muy prudentes pues en algunos lugares se están produciendo repuntes. También confirmó que hay 51. 482 sanitarios contagiados, el 85% dados de alta, y 63 fallecidos. Las cifras totales en nuestro país son: 238.564 contagiados, 27.121 fallecidos y 150.376 recuperados (no me cuadran los contagios con los datos del día anterior, pero es lo que hay).

30 de mayo de 2020

El Gobierno consigue que ERC se abstenga en la próxima votación sobre la prórroga del Estado de Alarma por 15 días. Se comprometen a que ésta sea la última prolongación y a gestionar la desescalada con el Govern de la Generalitat. Según algunos medios, Sánchez cede a Catalunya la gestión del ingreso mínimo vital a cambio de la citada abstención.
Los contagios por coronavirus repuntan: 271 casos en 24 horas, la mayoría en Madrid y Barcelona (95 y 88 casos, respectivamente). Sanidad comunica también cuatro muertes en 24 horas y 43 en la última semana. Un caso muy llamativo ha sido el del príncipe Joaquín de Bélgica que, con Covid-19, se saltó la cuarentena e infectó a 30 personas en una fiesta en Córdoba. Esto se soluciona metiéndolo en la cárcel y después con un intercambio del príncipe por Puigdemont. Así de fácil.

31 de mayo de 2020

El presidente del Gobierno, todos los domingos por la mañana desde que se implantó el Estado de Alarma, se entrevista mediante videoconferencia con los presidentes autonómicos. En ella les explica cuáles son planes del Gobierno y les pide opinión. Pocas veces se ponen de acuerdo y en la mayoría de las ocasiones, las peticiones autonómicas son desmesuradas o poco razonables. Cada uno va a lo suyo y suele primar el egoísmo, el sálvese quién pueda o a ver quién saca más tajada. La mayor parte de las ocasiones, los presidentes autonómicos se dedicaban a solicitar cambiar de fase antes de tiempo, a pedir más material o a criticar la labor del Ministerio de Sanidad. En esta ocasión, cuando parece que Sánchez va a solicitar por última vez la prórroga del Estado de Alarma, el presidente les ha comunicado que en la Fase 3, las comunidades van a ser la última autoridad y el Estado se limitará a controlar la movilidad de los ciudadanos. Por otro lado, varias comunidades (Madrid, Andalucía, Galicia, la Comunidad Valenciana, Aragón, Cantabria y Castilla y León) piden gestionar el ingreso mínimo vital que aprobó el último Consejo de Ministros. Esa gestión ya está aprobada para el País Vasco y Navarra.

Sigue la desescalada con un buen rumbo: bajan a 96 los nuevos contagios por coronavirus, con dos muertes notificadas en las últimas 24 horas. El número total se casos se eleva a 239.429, 198 más que el recuento del sábado y el de muertos a 27.127. El problema es que sigue el baile de cifras, pues se revisan los datos acumulados de casos y fallecidos con coronavirus, lo que provoca saltos diarios en las cifras. Lo que sí está claro es que la mitad de los casos que se producen últimamente en España se producen en Madrid y en Cataluña. Curiosamente, es la presidenta madrileña, Ayuso, una de las mas beligerantes para que su comunidad pase de fase. Lo mejor de todo es que la curva de fallecidos mantiene la tendencia descendente y los pacientes que han superado la enfermedad superan ampliamente a los nuevos contagiados: el 18 de mayo, el último que Sanidad ofreció datos de recuperados, se notificaron 800 altas, de forma que el número de curados asciende a 150.376, esto es, el 62,8% de quienes han contraído el SARS-CoV-2.

Coronavirus España: última hora y noticias en directo hoy

Diario del coronavirus (VIII). Tercera semana de mayo

Desescalada coronavirus España | Última hora del desconfinamiento ...

En esta semana se destacan dos cosas. Primero, que el número de fallecidos baja de 100 diarios durante cinco jornadas seguidas Y segundo, el continuo goteo en los apoyos al Gobierno para mantener el Estado de Alerta. De todas formas, sigo sin ver qué alternativas hay para evitar la movilidad de los ciudadanos y que volvamos a la situación del principio, cuando la pandemia se extendía con una fuerza y una mortalidad imposible de parar. Por mucho que los partidos de la oposición se empeñen en criticar la labor del Gobierno, para eso es oposición y está en todo su derecho, me falta la explicación de alternativas razonables. Viendo lo que ocurre en los países de nuestro entorno, no encuentro soluciones muy diferentes a las de nuestro país. Quizás nos interese seguir los pasos de Brasil o de EE UU, claro.

Sin embargo, la inmensa mayoría de la ciudadanía, aunque ya está agotada y en situación límite debido al confinamiento, cree que es la mejor solución para luchar contra la pandemia y apoya en eso al Gobierno.

El día de la votación para aprobar la prórroga del Estado de Alarma se vuelve a producir un problema de comunicación en relación con la firma del acuerdo para derogar la reforma laboral del PP: unos dicen que el acuerdo implica la derogación íntegra (Podemos y Bildu), mientras que el PSOE dice que sólo se derogarán algunos aspectos. Tenemos otro lío en marcha, por si no eran suficientes los problemas.

15 de mayo de 2020

El desconfinamiento avanza. Madrid, Barcelona y parte de Castilla y León no alcanzan aún la Fase 1, pero se suaviza su Fase 0 (algunos periódicos, sobre todos los conservadores, hablan de “boicot” o “penalización” a Madrid). Siguen las protestas en algunos puntos de España, las más numerosas en Madrid, exigiendo la dimisión de Sánchez y el fin del Estado de Alarma.

16 de mayo de 2020

Fallece Julio Anguita, el eterno califa rojo. Primer alcalde democrático de Córdoba, líder de Izquierda Unida y referente de la izquierda. Unanimidad en todos los partidos políticos recordando su figura y alabando su coherencia, su honradez y la apasionada defensa de sus ideas.

El presidente del Gobierno quiere una última prórroga de un mes del Estado de Alarma para la desescalada, pero con un mando único limitado y con mayor cogobernación con las Comunidades Autónomas. El PP y Vox, totalmente en contra de apoyar al Gobierno. Ciudadano podría apoyar esta medida, pero por menos tiempo de prórroga.

17 de mayo de 2020

Día das Letras Galegas, este año dedicado a Ricardo Carballo Calero, con celebración virtual debido a la situación de pandemia. Figura imprescindible para normalizar la cultura y la gramática gallega, una lástima que no se pudiera homenajear como se merecía.

Desciende de manera notable el número de fallecidos por coronavirus, 87, la cifra más baja en dos meses.

18 de mayo de 2020

Sigue descendiendo de manera notable el número de fallecidos. Parece que esta tendencia es definitiva, aunque de vez en cuando haya algunos repuntes.

Va a ser difícil, por no decir imposible, que el Gobierno pueda prorrogar el Estado de Alarma un mes más. Como mucho, otros quince días con el apoyo de Ciudadanos. Ahora se ha sabido que los expertos de la Unión Europea estimaron “bajo” el riesgo del coronavirus poco antes del estallido de la pandemia, según las actas de la reunión celebrada el pasado 18 de febrero en Estocolmo por una treintena de miembros del consejo asesor del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades. Me parece que los expertos en pandemias son como los expertos en economía: saben explicar muy bien el pasado, pero no tienen ni idea de cómo prever el futuro porque se equivocan casi siempre.

19 de mayo de 2020

El apoyo al Gobierno por su gestión de la pandemia retrocede, pero el PSOE volvería a ganar las elecciones generales. Así lo señala el estudio del CIS presentado hoy que constata un retroceso del apoyo a la política de Pedro Sánchez para hacer frente a la Covid-19. El 48,4 desconfía de su trabajo, seis décimas más que en abril, por un 46% que confía, medio punto menos que hace un mes. Unos datos que no se reflejan en la intención de voto porque los socialistas volverían a ganar las elecciones con el 31% de las papeletas, casi once puntos por encima del PP, que llegaría al 20,3%.

En el plano económico, la deuda pública se dispara en 22.500 millones en marzo por el coronavirus y roza el 100% del PIB. Y en el de la salud, este 19 de mayo el coronavirus se ha cobrado 83 nuevas vidas.

20 de mayo de 2020

Sánchez logra otra prórroga del Estado de Alarma, hasta el 7 de junio, esta vez con el apoyo de Ciudadanos, PNV y Coalición Canaria. Se descuelga ERC, que piensa ya en las elecciones y que, según los sondeos, ganará de calle en Cataluña. Por cuarto día consecutivo, menos de 100 muertes diarios en España, aunque hay un ligero repunte, 95 en 24 horas, el 40% en Cataluña, donde se ven imágenes poco ejemplares en las playas de Barcelona.

Se publica en el BOE la obligatoriedad de llevar mascarillas en sitios públicos cerrados o en lugares donde no sea posible mantener la distancia de seguridad de dos metros. Dicha obligatoriedad es para los mayores de 6 años y será efectiva a partir del jueves 21 de mayo.

A última hora se conoce el acuerdo entre PSOE, Podemos y Bildu para derogar la reforma laboral y empiezan a surgir los primeros problemas de comunicación: que si sólo es una derogación parcial, que si es una derogación íntegra, que si se esperó al final de la sesión donde se aprobó la prórroga del Estado de Alarma para no dificultar el apoyo de Ciudadanos. Tenemos otro lío a la vista.

21 de mayo de 2020

Como era de esperar, la comunicación a última hora del acuerdo entre PSOE, Unidas Podemos y Bildu para derogar la reforma laboral de 2012 ha causado malestar e indignación entre los partidos de la oposición y también de la patronal, que abandona las negociaciones con el Gobierno y con los Sindicatos. Parece ser que la ministra de Economía, Nadia Calviño, frenó el acuerdo para la derogación íntegra y forzó la rectificación del PSOE (la ministra carga contra la posibilidad de derogar toda la reforma laboral: “Sería absurdo y contraproducente”). Es lo que tiene mantener un Gobierno en minoría y la necesidad de establecer acuerdos puntuales. Es la negociación, son los pactos a los que no estamos acostumbrados, claro. Lo que a unos les parece traición o bajada de pantalones, a otros les parece capacidad de llegar a acuerdos, como llegar a pactar el mismo día con Ciudadanos por un lado y con Bildu con otro. El tiempo dirá si esto le pasa factura a Pedro Sánchez y al PSOE.

Hoy es el primer día de mascarillas obligatorias para los mayores de 6 años en espacios públicos cerrados o sin posibilidad de mantener la distancia de dos metros. Sanidad Informa de 48 muertos diarios, la cifra más baja desde que se decretó el Estado de Alarma, pero sin incluir los datos de Cataluña, aunque Fernando Simón señala que la cifra de contagiados estará alrededor de 400 y la de fallecidos sobre el medio centenar.

Número de muertos y contagios con coronavirus hoy