Leer y regalar libros

Creo que lo he dicho y también escrito muchas veces: sólo regaladme libros y tiempo para leerlos. Ahora, por suerte, tengo mucho tiempo aunque, a veces, se me escapa entre los dedos sin remisión, sin vuelta atrás. Y lo peor es que no puedo, no podemos, retenerlo, encerrarlo o moldearlo a nuestro antojo, es imprevisible y a veces las horas y los días se precipitan y transcurren como si fueran minutos y en otras ocasiones, los segundos y los instantes se antojan eternos. Einstein no pudo solucionarlo y los humanos de a pie, bastante hacemos con saber aprovecharlo. Qué pena cuando se tira, se desprecia, se desaprovecha. Y no todo consiste, con el tiempo lo he aprendido ya que es buen maestro, en hacer muchas cosas en poco tiempo, sino hacer las precisas, las que valen la pena, las que nos sirven y enriquecen y sirven y enriquecen a los demás. La lectura, por ejemplo.

Cuando me sumerjo en la lectura de un libro que me gusta, que me engancha, que me absorbe, el tiempo transcurre sin darme cuenta y pueden pasar horas sin que me importe lo que ocurre a mi alrededor, lo que, en muchas ocasiones, es un peligro. Pero sé que es un tiempo bien empleado y que no me van a dar remordimientos de conciencia por haber dejado de hacer otras cosas (no sé si mi mujer o mis hijos estarán de acuerdo con esto, lo siento). Abrir un libro por primera vez puede ser una experiencia fascinante, aunque a veces también sea decepcionante, sobre todo si te han hablado bien de él, si las críticas son buenas, si te lo han recomendado, pero cuando has leído quince o veinte páginas y compruebas que no se han cumplido las expectativas, dudas si seguir o dejarlo para mejor ocasión. Quizás no era el momento adecuado, así que se deja en un rincón de la biblioteca y, cuando menos se espera, lo vuelves a intentar y ahora sí, ahora ya estás preparado y disfrutas recorriendo las páginas

Con la escritura me ocurre lo mismo, aunque en menor medida, entre otras cosas, porque el esfuerzo de escribir, de inventar historias, de describir sentimientos y personajes, me cuesta sangre, sudor y lágrimas, también lo he dicho alguna vez. Pero cuando soy capaz de concentrarme y la llamada a las musas surte efecto, el tiempo no existe y el estudio donde escribo se diluye, se transforma en paisajes, en lugares que conozco o que me invento, en personajes que me rodean, me hablan, me susurran o me gritan. Admiro y envidio a esos escritores que pueden dedicar horas y horas todos los días a crear, a poner su imaginación a trabajar y no se cansan, aunque seguramente no siempre les guste lo que han creado, pero tienen esa disciplina, esa capacidad, esa facilidad. Dudo mucho de que yo sea capaz algún día de ser tan disciplinado.

Los libros pueden llegar a ser los mejores amigos, los compañeros inseparables. Cuando viajo, siempre tengo que llevar algún libro conmigo y ahora, con los libros electrónicos, es mucho más fácil y cómodo, así que ya no hay excusas. Dedicar, aunque sólo sean unos minutos al final del día si éste ha sido muy complicado, a leer unas páginas, es algo que siempre he hecho y que recomiendo. Supongo que con la escritura pasará lo mismo, pero yo todavía no he llegado a ese punto de obligarme a escribir, aunque sólo sean una líneas, todos los días. Espero que alguna vez suceda.

A mis hijos, cuando eran niños y adolescentes, siempre les regalaba por Reyes algún libro, además de lo que ellos hubieran pedido. Y esa costumbre creo que les ha servido para amar, igual que yo, la lectura. Eso, y el ejemplo de vernos a Carmen y a mí leyendo mucho. Supongo que los cuentos que yo me inventaba o les leía cuando se iban a la cama también les habrán ayudado a ser buenos lectores.

Así que ahora que se acercan las fechas en las que se escriben cartas a los Reyes Magos y algunos, espero que pocos, a Papá Noel, se incluyan libros. ¡Hay tanto dónde elegir! Según parece, en España se publican más de 90.000 libros al año y en el mundo, más de dos millones, así que ya me diréis si hay excusas. Hay libros para todos los gustos y edades y si tenéis dudas, acercaos a una librería, un lugar en el que suelo disfrutar mucho, y pasead la vista por las estanterías o preguntad a los empleados, que seguro estarán encantados de asesoraros. En los últimos años, mis escritores favoritos, Carlos Ruiz Zafón, Almudena Grandes, Javier Cercas, Pérez Reverte, Paul Auster, Vargas Llosa, Cernuda, Saramago o Irene Vallejo, entre otros muchos, han sido compañeros inseparables. Si no habéis leído La sombra del viento, El evangelio según Jesucristo, Ocnos, El infinito en un junco o Los aires difíciles, os recomiendo que lo hagáis y que los regaléis, porque vais a acertar seguro.

Aquí introduzco una pequeña referencia a los dos libros de relatos que he publicado y que se pueden encontrar en Amazon o encargarlo en alguna librería por un módico precio: La vida es un cuento y Relatos para no olvidar quién soy. Perdonad la inmodestia o la molestia, pero es por si cuela. Me gustaría estar en vuestras casas, en vuestra biblioteca, en alguna estantería al alcance de vuestras manos y vuestros ojos. También es por un poco de orgullo propio, todo hay que decirlo.

Pero sobre todo, no dejéis de leer, buscad los momentos, que siempre los hay, pedid libros para vosotros y regalad libros a las personas que os importan, es señal de que las queréis.