Alguna ventaja tendría que tener estar covitoso, otro neologismo que no sé si la rae lo habrá aceptado o lo aceptará próximamente.
Llevo ya doce días con covid, sin apenas síntomas, dando positivo sin duda, que las dos rayas del test, la C y la T, bien marcadas que están. Mi mujer también se contagió pero ella ya ha dado negativo. Como uno sigue siendo muy responsable, a pesar de la edad, que dicen las malas lenguas que cuando uno pasa de los sesentaytantos pierde la vergüenza, pues me he venido a mi retiro de Rota, solo, sin mi santa esposa, que ya es negativa (de covid, se entiende) y que cada vez que se cruza conmigo se pone la mascarilla. Como en nuestro piso de Sevilla, que es muy pequeño, nos estamos cruzando continuamente, pues resulta que continuamente mi mujer se pone la mascarilla, no vaya a ser que yo, positivo, vuelva a contagiarla a ella, negativa. Por mucho que yo le explique que con tres vacunas, además de la de la gripe y la del neumococo, y recién contagiada, el número de anticuerpos que tiene que tener debe de superar cualquier estadística, que el pobre virus ni se atreverá a acercarse a ella, que mis virus ya tienen que estar exhaustos y debilitados después de casi dos semanas y que no serían capaces de contagiar absolutamente a nadie, no hay manera, ella todo el día con la mascarilla y mirándome raro.
Así que he tomado la drástica decisión de dejarla sola en Sevilla y venirme yo a Rota. Ella, como es lógico, me ha animado y ha aplaudido mi decisión. Eso de «en la salud y en la enfermedad» creo que no lo entendió bien. Qué se le va a hacer, vivo con una hipocondríaca y no lo puede evitar.
Así que aquí estoy, yo solito, poniendo una lavadora y tendiéndola, planchando y limpiando algo el piso, aunque mi hija lo ha dejado como los chorros del oro. Pero también me he podido dedicar a otros menesteres: pasear por la playa hasta Punta Candor, tomar un café en la Plaza de las Canteras y después una cerveza en una terraza, comprar comida preparada en el Mercadito (costillas con salsa barbacoa, gambones al ajillo y patatas panaderas), escuchar a Mozart en el equipo de música, después ver una película repantingado en el sofá, leer un capítulo de Ágata ojo de gato de José Caballero Bonald e, incluso, me ha dado tiempo a acercarme a la Feria de Rota, aunque llovió y se me quitaron las ganas de quedarme.
Total, un aburrimiento esto de estar covitoso en Rota. Estoy dudando si hacerme otro test mañana o dejarlo ya, para más seguridad, hasta la semana que viene. La feria termina el domingo, este fin de semana hay carreras de motos en Jerez, parece que va a hacer buen tiempo. Porque mira que si mañana el test sale negativo…